23.4.07

La grada, un mundo

Arranco mi andadura aquí (ya iba siendo hora) y ya de paso aprovecho para saludar a mi mamá y mi papá. No tengo cualidades en mi forma de redactar como el resto de mis compañeros, pero os aseguro que es fácil seguirme.
Ante todo y para perder la virginidad aquí, creo que no podía faltar un tema como este en el blog de Wine&Coke. Un tema que más de una vez nos ha hecho partirnos el pecho en algún que otro encuentro en la calle cubata en mano. Pues bien, os hablo de la grada del campo de fútbol. No, no es sólo esa parte donde hay bengalas, banderas del pollo, cabezas peladas y tal, encierra algo más.
Cada vez que voy a ver un partidito me sorprendo de las cosas que veo. Algunas es una pena que ninguna cámara capte la escena, pero para eso estoy yo. Os pongo ejemplos. Hará ya bastante tiempo, me encontraba en la vieja Condomina sentado en el trozo de piedra que me correspondía (ardiendo en verano, congelada en invierno), bolsa de pipas en mano y viendo mi partido. El balón salió de banda y el jugador visitante se dirigió a realizar el pertinente saque de banda. De pronto, entre la multitud, me veo galopar a un chaval de unos 15 años grada abajo. En cada zancada me preguntaba adónde cojones se dirigía tan decidido y a esa velocidad suicida. Al llegar casi al final, dio un salto de película y directamente se colgó de la valla, al mismo tiempo que de su boca dejaba escapar un espectacular: ¡¡Hijo de putaaaaaaaaaaa!!.
Jesús, María despatarragada y José. Vaya una obra de arte en la increpación del rival.
Otro día, sentado en la misma piedra del vetusto estadio, disfrutaba tranquilamente de mi Real Murcia. A todo esto que de la parte de atrás de la grada oigo un: Uaaaaaaaaaaaaaahhh!!, que sin duda alguna nos hizo girar, preocupados, la cabeza a más de uno. Junto al resto de aficionados, pude ver a un chaval que sostenía en la mano derecha una botella de J&B y en la otra un vaso cargado hasta los topes del fluido estimulante. Seguidamente todo el grupo en el que se encontraba, continuó con el brutal y espeluznante grito de guerra ante la atenta mirada del graderío. Botelleo en un jodido campo de fútbol. Ni bengalas ni pollas: ¡cubatas, coño!.
Hubo otra muy graciosa y espontánea la temporada pasada. Esta creo que la viví con el tito Robe. Bien, nos encontrábamos viendo a nuestro querido Real Murcia y teníamos un corner a nuestro favor. Julio Álvarez, jugador murcianista en la anterior campaña, se dirigió muy feliz y decidido al saque de esquina. En el momento que se encontraba a unos metros de los mas acérrimos aficionados grana, unos chavales comenzaron a animarlo con gritos de: ¡Vamos Julio, joder!¡Vamoooooos!. Cada uno colaboraba con el ánimo que en ese momento le salía. El muchacho, con una sonrisa, levantó la mano, puño cerrado, para saludar a su afición y agradecer el apoyo. Al girarse y quedar de espaldas para sacar el corner, de entre el publico, salió un gran chorro de voz: ¡Borrachooooooo! Y cada uno siguió con un: ¡putero!, ¡hijo putaaaa!. Otros con un: ¡el otro día te vi hincando cubataaaaas, cabrón!. Pero por favor, qué opinaría el pobre chaval en aquel momento.
Y bueno, hay muchas más dignas de ser escuchadas y/o leídas, pero uno hace esto gratis y con esto supongo que os daréis con un canto en los dientes. Si alguno tiene anécdotas parecidas, pues adelante.

Patillo, Greg Patillo

Nunca es tarde si la dicha es buena...

Me valgo del popular refrán para excusar mi retraso participativo en este blog-comuna de camaradas. Y me estreno echando mano de mi faceta-manía-costumbre-actitud de escudriñar en la senda del freakismo (¡Oh, bendita seas, Internet, pues cuando apareciste en nuestras vidas, los caminos para la caza de extraños talentos se hicieron más llanos, más transitables!)

Bueno, en fin (Andrés Montes dixit), aquí os dejo un par de vídeos de un menda llamado Greg Patillo que se curra con su flauta travesera unos interesantes remixes de populares sintonías...

Skol!

P. D.: No hay trampa ni cartón.




9.4.07

Más vale pedir que robar

Bueno amigos, como sabéis hace unas semanas estuve con Maricrus en París, la ciudad del amor y de los cementerios llenos de tumbas de famosos.


Además de ver la torre Eiffel (donde casi me peleo con un gentleman inglés), el impresionante Arco de la Defensa y mil cosas más tuvimos varias anécdotas reseñables.
El martes casi nos pillan los disturbios que hubo en la Garde du Nord (que estaba a cien metros de nuestro hotel). También conocí el sabor de una ensalada aliñana con plástico y un trozo de tetrabrik. Pero lo mejor fue lo que nos pasó en el metro, después de visitar el bar de Amelie.

Nos montamos en un vagón, que salió a la superficie por cierto, y se monta un tío con pinta de gitano rumano y pone un altavoz en el suelo. Del altavoz sale una base de rap y el tío empieza a rapear, no del todo mal. Pero lo mejor estaba por llegar. Se monta un compinche y empiezan a bailar ante el asombro del respetable. Atención al vídeo y a las caras de Maricrus y del chino que estaba a mi lado. Tanto tranvía... con lo que molaría un metro en Murcia.